lunes, 25 de mayo de 2020

La importancia del folclor colombiano. Por Edwin Andrés Argote EFA ICRD

¿A qué le llamamos danza folclórica?

El término “folklore” o “folclore” hace referencia a las creencias, prácticas y costumbres que son tradicionales de un pueblo o cultura, incluyendo artesanías, supersticiones, relatos, música y bailes. Tradiciones, todas ellas, que suelen transmitirse de generación en generación.      

Los estudiosos distinguen entre cuatro etapas del folclore:

1. Folclore naciente: Incluye los rasgos culturales de creación reciente.
2. Folclore vivo: Aquel que todavía se practica en la vida cotidiana.
3. Folclore moribundo: Preserva ciertos elementos tradicionales, en especial entre los ancianos del grupo.
4. Folclore muerto: El que pertenece a una cultura extinta.

El folclore es distintivo, propio de cada pueblo y supone un ámbito de resistencia para la identidad, toda vez que en tiempos de globalización, la cultura tiende a homogeneizarse y los países dominantes a imponer sus creaciones.
En este sentido, destaca la danza, pues como atestiguan pinturas rupestres milenarias, representa una de las expresiones sociales, culturales y celebratorias más antiguas. Al paso de los siglos, de hecho, ha acompañado todo tipo de ritos religiosos, sustentado ritos de iniciación, enfatizado ceremonias guerreras o de fertilidad y enfatizado rituales mágicos. 
En la actualidad, ocurren varios tipos de danzas, tales como las danzas “artísticas” que se escenifican en teatros o en diversos eventos culturales que se proponen como foros de expresión del arte por el arte, así como las danzas tradicionales, que se enfocan en la diversión y el entretenimiento, pero que no dejan de lado la transmisión y conservación de ciertos rasgos culturales.

Es así que, en tanto expresión artística que intenta la transmisión de sentimientos, emociones, e ideas por medio de movimientos rítmicos a cargo del ejecutante –generalmente siguiendo un ritmo o compás marcado por música–, la danza tradicional deviene en folclórica cuando acepta usos y ritmos propios de regiones determinadas.

Ocurre que las danzas folclóricas son particularmente valiosas, no sólo porque reflejan y extienden las costumbres y tradiciones de las regiones donde se practican –conservando sus elementos originales en la danza en sí, como en la ropa y demás parafernalia utilizada para su ejecución– o porque son transmitidas de generación en generación, sino porque conforman uno de los rasgos culturales más importantes de todo pueblo y cultura.

Utilizar la danza folklórica como herramienta es, pues, conveniente. Desarrollada de manera correcta, deviene en propuesta educativa y cultural que es posible concretar mediante actividades creativas que enriquezcan y sensibilicen a los participantes, para que aprendan a escucharse y a apreciarse a sí mismos y a los otros. Contribuye, además, a la formación de personas capaces de construir un lenguaje en movimiento que se relacione con la producción artística y cultural dentro de un marco pedagógico de formación, tanto como de formadores.
Un ballet folclórico es un intermediario de las danzas y bailes de grupos tradicionales, que pueden ser indígenas o mestizos, como muchas tradiciones folclóricas, la enseñanza es oral y, con el tiempo el trabajo que realizan las compañías muchas veces no corresponde a la realidad aunque también se encuentran elementos tan históricos y muy bien preservados como su música.

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